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jueves, 5 de junio de 2014

-Ciencia y mitología

La Aurora boreal se observaron históricamente, y probablemente mucho impresionó a los antiguos; en la antigüedad, tanto en Occidente como en China la Aurora fue vista como serpientes o dragones en la cielo.
Ellos han sido estudiados científicamente sólo desde el siglo XVII. En 1621, el astrónomo francés Pierre Gassendi describe este fenómeno observado en el sur de la Francia y le da el nombre de Aurora polar. En el siglo XVIII, el astrónomo británico Edmond Halley sospecha del campo magnético de la tierra para desempeñar un papel en la formación de la Aurora boreal.
Henry Cavendish, en 1768, logra evaluar la altitud en que se produce el fenómeno, pero no fue hasta 1896 que se reproduce en el laboratorio de Kristian Birkeland con los movimientos de las partículas cargadas en un campo magnético facilitando la comprensión del mecanismo de formación de auroras.


-Auroras en otros planetas

Este fenómeno existe también en otros planetas del Sistema Solar muestran fenómenos similares, como es el caso de Júpiter y Saturno que poseen campos magnéticos más fuertes que la Tierra (Urano y Neptuno que también poseen campos magnéticos), y ambos poseen amplios cinturones de radiación. Las auroras han sido observadas en ambos planetas, con el telescopio Hubble.
Estas auroras, al parecer, son causadas por el viento solar; además, los satélites de Júpiter, especialmente Ío, son fuentes importantes de auroras. Se produce debido a corrientes eléctricas a lo largo de unas líneas, generadas por un mecanismo dínamo causado por el movimiento relativo entre el planeta y sus satélites. Ío, que posee volcanes activos e ionosfera, es una fuente particularmente fuerte, y sus corrientes generan, a su vez, emisiones de radio, estudiadas desde 1955.
Las auroras han sido detectadas también en Marte por la nave Mars Express, durante unas observaciones realizadas en 2004 y publicadas un año más tarde. Marte carece de un campo magnético análogo al terrestre, pero sí posee campos locales, asociados a su corteza. Son éstos, al parecer, los responsables de las auroras en este planeta.